El tema del uso adecuado de la doctrina de Jesucristo en las iglesias es de suma importancia, ya que la correcta interpretación y enseñanza de las Sagradas Escrituras son esenciales para mantener la integridad de la fe cristiana. La falta de conocimiento o preparación bíblica en quienes asumen el púlpito puede llevar a la distorsión de la verdad y a la propagación de enseñanzas erróneas que desvían a los creyentes del camino genuino del evangelio.
La importancia del conocimiento bíblico en los líderes de la iglesia
La Biblia enfatiza la necesidad de que los maestros y predicadores estén bien preparados en el conocimiento de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo exhorta a Timoteo a "procurar con diligencia presentarse a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Este versículo destaca la responsabilidad de aquellos que enseñan la Palabra de manejarla correctamente y de ser capaces de interpretarla fielmente.
Cuando las enseñanzas bíblicas son manipuladas o presentadas sin el debido conocimiento, se corre el riesgo de caer en la falsa doctrina, lo cual es peligroso para la salud espiritual de la iglesia. La Escritura advierte contra esto, como se menciona en 2 Pedro 2:1: "Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras."
El orden y la decencia en el culto
El apóstol Pablo establece un principio importante en 1 Corintios 14:40: "Pero hágase todo decentemente y con orden." Este mandato no es solo una cuestión de conducta en el servicio, sino también de cómo se enseña y proclama la doctrina. Dios es un Dios de orden y no de confusión (1 Corintios 14:33), y esto se debe reflejar en la forma en que se administra la enseñanza de Su Palabra.
Permitir que personas sin el debido conocimiento tomen el púlpito puede llevar al caos doctrinal, fanatismo, o incluso a la propagación de enseñanzas que son contrarias al evangelio. Esto no solo daña la integridad de la iglesia, sino que también aparta a los creyentes de la verdadera fe.
Evitar el fanatismo y el favoritismo
El fanatismo religioso y el favoritismo en la iglesia son obstáculos para una verdadera y sana doctrina. La Biblia advierte sobre la parcialidad y los juicios apresurados. En Santiago 2:1 se dice: "Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas." En otras palabras, el favoritismo distorsiona la justicia y la enseñanza imparcial de la Palabra de Dios.
El fanatismo, por otro lado, tiende a distorsionar la fe, promoviendo prácticas y creencias que no están respaldadas por las Escrituras. La fe cristiana debe ser razonada y fundamentada en la verdad bíblica, no en emociones extremas o en la exaltación personal de líderes. Pablo también advierte sobre aquellos que se desvían en su enseñanza, buscando agradar a los hombres en lugar de a Dios (Gálatas 1:10).
La necesidad de discernimiento y formación
Los líderes deben ser personas capacitadas, no solo en conocimiento teológico sino también en sabiduría espiritual para discernir la verdad. Hebreos 5:14 dice: "Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal." Esto subraya la importancia de la formación continua y la maduración espiritual en la enseñanza de la Palabra.
Para preservar la pureza del mensaje cristiano, es crucial que solo aquellos que están capacitados y tienen un conocimiento profundo de las Escrituras asuman la responsabilidad de enseñar y predicar. El error de entregar el púlpito a personas no preparadas puede resultar en desviaciones doctrinales, confusión y prácticas erróneas que llevan a la iglesia lejos de la verdad. Por tanto, la enseñanza de la doctrina de Jesucristo debe hacerse "decentemente y en orden," evitando el fanatismo y el favoritismo, y siempre guiada por el conocimiento verdadero de la Palabra de Dios y el discernimiento espiritual.